No es la discapacidad lo que hace difícil la vida, sino los pensamientos y acciones de los demás.




miércoles, 9 de abril de 2008

JUAN SINPIERNAS de Jorge Bucay

Juan Sinpiernas era un hombre que trabajaba como leñador.
Un día Juan compró una sierra eléctrica pensando que esto aligeraría mucho su trabajo.
La idea hubiera sido muy feliz si él hubiera tenido la precaución de aprender a manejar primero la sierra, pero no lo hizo.
Una mañana mientras trabajaba en el bosque, el aullido de un lobo hizo que el leñador se descuidara... La sierra eléctrica se deslizó entre sus manos y Juan se accidentó hiriéndose de gravedad en las dos piernas.
Nada pudieron hacer los médicos para salvarlas, así que Juan Sinpiernas, como si fuera víctima de la profética determinación de su nombre, quedó definitivamente postrado en un sillón de ruedas por el resto de su vida.
Juan estuvo deprimido durante meses por el accidente y después de un año, pareció que poco a poco empezaba a mejorar.
No obstante, algo conspiró contra su recuperación psíquica e imprevistamente, Juan volvió a caer en una profunda e increíble depresión.
Los médicos lo derivaron a psiquiatría.
Juan Sinpiernas, después de una pequeña resistencia, hizo la consulta.
El pisquiatra era amable y contenedor. Juan se sintió en confianza rápidamente y le contó sucintamente los hechos que derivaron en su estado de ánimo.
El psiquiatra le dijo que comprendía su depresión. La pérdida de las piernas - dijo - era realmente un motivo muy genuino para su angustia.

- Es que no es eso, doctor - dijo Juan - mi depresión no tiene que ver con la pérdida de las piernas. No es la discapacidad lo que más me molesta. Lo que más me duele es el cambio que ha tenido la relación con mis amigos.

El psiquiatra abrió los ojos y se quedó mirándolo, esperando que Juan Sinpiernas completara su idea.

- Antes del accidente mi amigos me venían a buscar todos los viernes para ir a bailar. Una o dos veces a la semana nos reuníamos a chapotear en el río y hacer carreras a nado. Hasta días antes de mi operación algunos de los amigos salíamos los domingos de mañana a correr por la avenida costanera. Sin embargo, parece que por el sólo hecho de haber sufrido el accidente, no sólo he perdido las piernas, sino que he perdido además las ganas de mis amigos de compartir cosas conmigo. Ninguno de ellos me ha vuelto a invitar desde entonces.

El psiquiatra lo miró y se sonrió...
Le costaba creer que Juan Sinpiernas no estuviera entendiendo lo absurdo de su planteo...
No obstante, el psiquiatra decidió explicarle claramente lo que pasaba. Él sabía mejor que nadie que la mente tiene resortes tan especiales que pueden hacer que uno se vuelva incapaz de entender lo que es evidente y obvio.
El psiquiatra le explicó a Juan Sinpiernas que sus amigos no lo estaban evitando por desamor o rechazo.
Aunque fuera doloroso, el accidente había modificado la realidad. Le gustara o no, él ya no era el compañero de elección para hacer esas mismas cosas que antes compartían...

- Pero Dr. - interrumpió Juan Sinpiernas - yo sé que puedo nadar, correr y hasta bailar. Por suerte, pude aprender a manejar mi silla de ruedas y sé que nada de eso me está vedado...

El doctor lo serenó y siguió su razonamiento: Por supuesto que no había nada en contra de que él siguiera haciendo las mismas cosas, es más, era importantísimo que siguiera haciéndolas. Simplemente, era difícil seguir pretendiendo compartirlas con sus relaciones de entonces.
El psiquiatra le explicó a Juan que en realidad él podía nadar, pero tenía que competir con quienes tenían su misma dificultad... que podía ir a bailar, pero en clubes y con otros a quienes también les faltaran las piernas... podía salir a entrenarse por la costanera, pero debía aprender a hacerlo con otros discapacitados.
Juan debía entender que sus amigos no estarían con él ahora como antes, porque ahora las condiciones entre él y ellos eran diferentes... Ya no eran sus iguales.
Para poder hacer estas cosas que él deseaba hacer y otras más, era mejor acostumbrarse a hacerlo con sus iguales.
Tenía, entonces, que dedicar su energía a fabricar nuevas relaciones con iguales.

Juan sintió que un velo se descorría dentro de su mente y esa sensación lo serenó.

- Es difícil explicarle cuanto le agradezco su ayuda, doctor - dijo Juan - Vine casi forzado por sus colegas pero ahora comprendo que tenían razón... He entendido su mensaje y le aseguro que seguiré sus consejos, doctor. Muchas gracias ha sido realmente útil venir a la consulta.

- Nuevas relaciones con iguales. - Se repitió Juan para no olvidarlo.

Y entonces Juan Sinpiernas salió del consultorio del psiquiatra, y volvió a su casa...
y puso en condiciones su sierra eléctrica...
Planeaba cortales las piernas a algunos de sus amigos, y "fabricar" así... algunos iguales.

Jorge Bucay
_________________

5 comentarios:

  1. Como sabes y todos casi, para mi entrar en el grupo fue de una gran ayuda me hizo comprender y aceptar lo que tengo y padezco, veo las personas que hay en el grupo que son muy luchadores tienen mucho empeño es hacer cosas y asi me hizo valorarme algo mas, las antiguas amistades puedes seguir teniendolas , ayudalas a comprender tu nuevo cambio que lo entiende tus nuevos retos, un dia a la semana ellos pueden cambiar su forma de pasarlo bien por el bien nuestros, que no lo hacen no merecen ser llamados amigos, busca de tu propio colectivo y pasarlo bien.
    Lisa

    ResponderEliminar
  2. No estoy en absoluto de acuerdo en la ultima parte. Se que es muy dificil afrontar nuestra nueva condicion y es dificil que tus amigos te comprenda porque para ellos tambien es un nuevo reto, pero no abandonarlos intentar hacer algo que sea ni para ti ni para mi que sea un intermedio medio, que no funciona no pasa nada.
    Si hay que buscar nuevas amistades dentro de la discapacidad pero en mi caso sigo con mi antiguos amigos, supieron ver el cambio y ayudarme.
    Sergio

    ResponderEliminar
  3. La dificultad la veo dentro de nosotros nos da miedo que no vean pedir ayuda, que vean cuanto hemos cambiado, nuestro orgullo hace que dejemos esos amigos y busquemos otros dentro de la discapacidad, que me parece bien pero sin dejar atras a los de toda la vida, si es que eran de verdad buenos amigos.
    Emilio J.

    ResponderEliminar
  4. Sinceramente no me ha gustado. Parece como si la gente discapacitada fuera algo diferente o de otro colectivo. Siguen siendo personas humanas tengan o no tengan sus dificultades. Esta claro que el protagonista no podra volver a hacer las cosas que hacia, pero no por ello debe de cambiar de amigos ¿no?

    ResponderEliminar
  5. estoy de acuerdo con cada uno de los comentarios pero no me parece bien que porque tu tengas una discapacidad desees que otro pase por el mismo dolor que tu eso no lo hacen los amigos aunque estos tampoco se hayan comportado como tal

    ResponderEliminar

Deseos y amores, poseen futuros inciertos uno nunca sabe cuando se cumplen sino hasta tenerlos.
Gracias por dejar tu huella en mi humilde morada.