No es la discapacidad lo que hace difícil la vida, sino los pensamientos y acciones de los demás.




lunes, 17 de diciembre de 2007

Dediscapacitados no tenemos nada" de nuestra amiga y compañera Marga

Marga Alonso se viste, se ducha y recoge la habitación con
su asistente Mireia Moreno, pero es ella quien decide
siempre qué se hace y cuándo se hace

Marga Alonso envió
una carta al alcalde
Jordi Hereu, más o
menos en estos términos:
“Pongan calles y viviendas
en condiciones, y verán que de discapacitados
no tenemos nada”. Esta
estudiante de Magisterio, de 31
años, recuerda cuando en casa “no
podía ir al lavabo más que dos veces
al día, cuando estaba mi padre,
y si tenía sed, había de esperar…
era una dependencia enorme”.
Ahora, “me visto, me ducho, recojo
la habitación”. Hace todo eso
con Mireia Moreno, una de sus
asistentes personales, pero es ella
quien decide el qué y el cuándo.
Nacida con artogriposis múltiple
congénita, Marga dependió durante
muchos años de su familia: “Todos
esos cuidados son una carga, la
dependencia familiar nos dañaba a
la familia y a mí”, afirma. Hace siete
años empezó a frecuentar el Institut
Municipal de Persones amb
Discapacidad (IMD), obtuvo algunos
trabajos, que duraron poco, y
reemprendió los estudios. “En una
lumbalgia de mi padre, en lugar de
irme a casa de mis hermanas, contraté
a una empresa de cuidadores.
“Costó encontrar a la persona adecuada,
que pudiese alzarme a peso”,
pero encontró a su primera
asistenta personal, dos horas al
día, cinco días a la semana, que pudo
costear con ayuda económica
de sus hermanas, aunque era muy
caro. “Es otra dependencia grave,
la económica”, sentencia. Cuando
hace año y medio le comunicaron
que tenía plaza en una residencia,
ya había conocido a gente del Movimiento
de Vida Independiente.
Fue a ver la residencia y preguntó
“quién me ducharía, quién me levantaría,
y si podía entrar en la cocina
a ver como preparaban mi comida...”.
No quiso ingresar.
Mireia prefiere este trabajo al
de la residencia donde hizo sus
prácticas: “Duré poco, es muy duro;
el trato con los usuarios no es el
adecuado. Yo quería hacer una
atención domiciliaria, mucho mejor”.
Estudia para acceder a la universidad,
y pensaba dedicarse a la
educación infantil, “pero ya no lo
tengo tan claro, esto me gusta”.
Marga va a dar clases particulares
sola, aunque “en una de las casas
le pido al primero que pasa por
la calle que me ayude a subir el escalón
de la entrada; y en otro caso,
quedo con el alumno en la biblioteca
pública, porque no tienen ascensor”.
Vive con sus padres, pero busca
piso de protección. No le gusta
el sistema, porque “te piden una
nómina, para unos casos marcan
mínimos de ingresos y para otros
no puedes ingresar más de un
máximo…. El resultado es que hay
pisos de protección adaptados sin
ocupar". / L. Sierra

http://public.esplai.org/canalesplai/noticies/imatges_noticies/RecullPremsa/file/1aQuinzena/12-12-07/07-12-12DependenciaLV.pdf
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